Un ritual sagrado
Los antiguos tántricos y taoístas dijeron que el Yoni de la mujer es el asiento de la vida, un templo sagrado del amor, el placer y el éxtasis divino.
Afirmaron que el cuerpo femenino, cuando era estimulado por el amor y la adoración, era capaz de producir ciertos fluidos medicinales que elevaban la conciencia del hombre y lo acercaban a Dios.
Para los hombres tántricos, hacer que el agua fluya de la mujer, el líquido sagrado o néctar de jade (como lo llamaban), era sinónimo de recibir toda la energía sagrada Shakti de la tierra; su belleza, sensibilidad, amor y abundancia.
Por eso las caricias son necesarias, el preámbulo amoroso debe estar cargado de paciencia, dedicación, sutileza, apoyo y devoción.
Es un ritual sagrado que permite al hombre recibir la energía de la diosa en su ser y fusionarse consigo mismo.
Y permite a las mujeres acceder a las dimensiones más poderosas.